jueves, 24 de mayo de 2018

Un último adiós

Esto es una historia corta. Es dedicada a un personaje bastante vivo en mis recuerdos. Es un último adiós dado que este año nos separamos y cada uno va a tomar el camino que cree adecuado. 
Recomendable poner como fondo "La Primavera" de Ludovico Einaudi. 

Comenzamos como dos lectores que inician su viaje con un nuevo personaje que descubrir. En esos momentos ambos teníamos el uno y el otro. Un guerrero y una heroína dispuestos a apoyarse como un tenedor y un cuchillo. ¿Qué podría salir mal? Los días parecen detenerse, interminables a tu lado. Tu sonrisa, la cual mostrabas, siempre iluminaba mis días. Cada paso que dábamos parecía correcto con el uno y el otro a nuestro lado. No había día alguna en la que comunicación cesaba. Si la lluvia parecía atormentar tu ser o el invierno con sus nevadas te hacían estremecer, algún humo mandabas. Compañeros nuestros, amigos se convirtieron. Risas siempre como melodía entre nosotros. Quizás una hermana fuese entre vosotros, y una familia entre nosotros. Estúpidas preguntas, respuestas con un gesto de negar la cabeza. Sonrisa y carcajada silenciada. Ida y vuelta juntas. Cabello al que acariciar y muecas a mostrar. Miradas de alegría y complicidad. Libros abiertos como ventanas por donde mirar. Sea momento de obrar como no, pájaros enviábamos a volar. Fueron memorias de gran agrado, de sentimientos para ser más que un hermano. De guerrero a guerrero, mi apoyo invocabas. Parecíamos guantes de nuestras almas heladas. Tú el calor y yo el frío de la nevasca. Tú mantenías el fuego en las frías tormentas. Eras la ola quieta de las fuertes ventiscas. La lluvia se oye, sin embargo, el sol aparece.

(2:16)
Pero, ¿desde cuándo el sol podía quedarse con la luna? No pueden. Estos amantes tienen que permanecer alejados uno del otro. Cada uno tiene su tiempo. ¿Por qué? Mis ojos debían alejarse de tu miradas comfortantes. Tus miradas formulaban preguntas. ¿Por qué? ¿Qué hice? Vuelves a buscarme. Lo siento. El sol debe permanecer en su sitio. Debe brillar. La luna debe quedarse en lo oscuro. Debe llorar. Mi energía no era compatible con la tuya. Negativa y positiva resultaban ser desastrosas. No puedes brillar si mis notas tenías que escuchar. Óyeme, lo siento. Tengo que dejarte. Este sentimiento puede matar nuestra amistad. Pero, ¿por qué? Tus miradas conseguía oír. ¡No me ignores! ¡Permanece! ¡No me dejes! Tras varios intentos llegaste a tu límite. Bien, te dejo. Lo siento. No lo entiendo. ¿No puedes quedarte?

Quizás fuese el destino o mi mala decisión. ¿Amistad? Lo siento en serio. Perdóname.

Son nuestros últimos días. Tus miradas ignoran las mías. A veces parecían hablar por sí para volver a preguntarme. Ignórame. Es todo culpa mía. Ya te dejo... Adiós. En un papel. En unas palabras. En una canción. Siéntelo. Siente este corazón que palpita herido al dejar a un amigo. A un tesoro. Lo siento. Lo siento.

                                                                                                                               PRO.